Escenarios míticos: Stade de France

por | 15:02:00
Quise haber escrito ayer, pero el amigo Lutz me pudo, sobre una efeméride que se cumplían diez años del motivo que me ha hecho elegir el Stade de France como escenario mítico de esta semana.

Y es que pese a que el estadio a penas tiene diez años de vida (se inauguró un 28 de enero de 2008) gracias a sus grandes condiciones de infrastucturas y que reside en una de las ciudades más atractivas para el turismo como lo es París ha tenido el lujo y privilegio de ser campo de grandes eventos deportivos en la última década.

A nivel "local" es donde las selecciones francesas de rugby y de fútbol actúan como locales tanto en partidos oficiales como en los de carácter amistoso además de ser sede de las finales de las dos copas que se disputan en el país vecino, la de Francia y la de La Liga.
Pero a nivel continental y Mundial, cuenta ya con un Mundial, el de Francia de 1998 y dos finales de Champions con un gran recuerdo para el fútbol español puesto que contaron con campeones españoles.

Ayer, sábado 12 de julio de 2008, se cumplieron diez años de la final del Mundial en la que una tan increíble como cosmopolita Francia ganaba por 3-0 a Brasil, que acudía a la cita con la resaca de la noche que pasó Ronaldo con problemas de ansiedad y liderada por un Rivaldo que hacía méritos para ganar un Balón de Oro.
Pero esa noche de verano parisina sirvió para coronar como uno de los grandes de la historia del fútbol a Zinedine Zidane, que con dos certeros cabezazos rubricó uan fantástica actuación en el torneo y dejó el título en casa, para delirio de una afición enloquecida.
Aquel combinado bleu domino el fútbol mundial durante varios años a partir de ese Mundial y contaba con jugadores curtidos en mil batallas como Blanc, Deschamps o Petit; jugadores que estaban labrándose un nombre en el primer orden del fútbol europeo, como el propio Zidane, Thuram y Karembeau y un grupo de jóvenes que avisaban que se iban a comer el mundo liderados por Henry, Trezeguet y Pires.

En el 2000 el Stade de France tuvo la suerte de ser elegida sede para albergar la primera final de Champions entre dos equipos del mismo país: el Real Madrid y el Valencia.
Caminos divergentes siguieron ambas escuadras para llegar a París: el Madrid que había firmado una temporada discreta en la liga y que había tirado de casta y experiencia en el torneo continental para llegar a la final parecía que incaría la rodilla ante la máquina de contragolpear que había sorprendido a la Europa futbolística y que era conocida como Valencia CF.

Pero en las finales, pocas veces tiene algo que ver el camino recorrido y así lo demostró el Madrid, que ganó con autoridad con otro 3-0 dejando el sueño che en eso, un sueño.

Y la última final de Champions, la que enfrentó al Barcelona de Ronaldinho, Deco, Eto'o y compañía, que venía de hacer una temporada espectacular, tanto a nivel de resultados como de juego en el torneo local y en la propia Champions contra el eternamente joven Arsenal de Wegner que contaba con un jugador superlativo como Henry acompañado de una rocosa defensa y un joven centrocampista del que media Europa estaba enamorada, Cesc Fábregas.
La historia todos la conoceis, el Barça remontó el gol de Campbell y se llevó su tan ansiada segunda Champions, coronando un año histórico para el club culé.

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