Chelsea, el plan no salió y Willian brilló

por | 22:35:00
Shakhtar. Ese equipo por el que merece la pena la fase de grupos de la Champions. Le falta algo para dar algo más que un susto en rondas mayores, pero ilusiona verle en estas alturas de torneo. Parece que 'el colchón' de tener dieciocho puntos en juego ayuda a jugar sin presión en un escenario que luce más que una Premier ucraniania y donde se disimula mejor las pequeñas lagunas en las que entra a veces durante los partidos.
Y si te visita el campeón de la Champions saben que todos los ojos iban a estar fijándose en lo que pasaba en el Donbass Arena.

Pero empecemos por el Chelsea. El equipo que en la previa asustaba con su tridente formado por Mata, Hazard y Óscar para asistir a Torres y que finalmente se transformó en trivote: Mikel con Ramires y Lampard a los costados (el brasileño entró en lugar de Hazard). El plan era simple, poblar esa zona debía dificultar los espacios de Mkhitaryan y cerrar carriles para los intercambios de posición, tener buenos robadores (no tanto en cuanto a primer pase de salida) y ayudar a los laterales sabiendo que Rat y Srna se convertirían al tiempo en dos atacantes más.
El debate nace cuando ves que el campeón de Europa se acomoda tanto al rival. Bien se merece ahora mismo el equipo de Donestk este respeto, pero Di Matteo desconectó a su equipo.
El gol tempranero de Alex Teixeira y el cambio de Lampard por lesión animó al italiano a mostrar la versión más talentosa de este nuevo Chelsea.

Y en esto que aparece Willian. El brasileño partiendo desde la izquierda ha sido un dolor de cabeza para el equipo inglés en todas las facetas en las que un mediapunta te decanta un partido: conducción, asistiendo, desborde, lectura y ese punto de 'ginga' que tanto gusta en la grada. Cuando el blindaje blue en el medio se desarmó se erigió como referente no sólo en las transiciones frenéticas sino también sabiendo bajar unos metros a echar una mano... tanto en la salida como ayudando en la presión.
Toda una exhibición que no vino más que personificar un gran arranque en la competición de un equipo que no es otro delirio petrolero del Este y que, de momento, pelea por limpiar la imagen de la edición anterior donde cayó en estas mismas alturas sin, ni tan siquiera, quedarse con el consuelo de la Europa League.
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